La supervisión posee tanto funciones formativas como de apoyo personal y, al mismo tiempo, optimiza todo proceso psicoterapéutico. Por ello, es imprescindible para el terapeuta que está empezando pero también conveniente en el más experimentado.

El profesional requiere poder identificar sus errores ciegos, ajustar y afinar las interpretaciones sobre su paciente y sus problemas, analizar sus alianzas terapéuticas, mejorar la búsqueda de información relevante, recibir orientación sobre sus intervenciones y las técnicas y recursos que está usando, ampliar sus estrategias y adaptarlas a las necesidades específicas del caso, recibir una retroalimentación que afirme la seguridad en sí misma y su trabajo y que vaya más allá del feedback del paciente, etc. En suma, el profesional necesita tener la oportunidad de recibir guías y orientaciones de parte de otros colegas en relación a sus casos. Si estos son terapeutas más experimentados, entonces mucho mejor.

Este trabajo de supervision lo lleva realizando desde hace más de 10 años con psicólogos que ejercen su profesión en el ámbito de lo social y/o privado.